El 9 de febrero de 1992, el baloncesto vivía uno de
los momentos más emocionantes de su existencia. Se celebraba el All-Star Game de la NBA en el Orlando
Arena, partido que quedaría para el recuerdo de los amantes del deporte y de la
vida.
Quedaba minuto y medio para el final del partido, y
el Este atacaba. Al comienzo del partido, un Magic Johnson emocionado había sido recibido
por el público en un estruendo de pasión y júbilo. Pero el partido en sí no había tenido mucha historia: el Oeste arrollaba
a su rival, el Este, por más de 30
puntos. En este momento, Isiah Thomas lleva el balón desde su campo. Será
defendido por Magic Johnson, en un encuentro lejos de ser fortuito. El otrora íntimo amigo de Magic, tras una serie de florituras y un amago de
penetración, fallará el lanzamiento sobre la bocina ante Johnson, quien lo celebra con las dos
manos en alto. Ahora, el Oeste hará un contraataque que acabará con mate de Drexler,
pero las cámaras solo prestan atención a Magic
Johnson, que da una imagen de fatiga, ante la evidente falta de ritmo. Quedan 45 segundos y es ahora
Jordan, considerado el mejor jugador de la historia, quien tiene el balón.
Se encuentra al borde de la línea de tres cuando pide a sus compañeros que se
aparten. De repente el público del Orlando Arena estalla en una ola de locura: será Magic
Johnson quien lo defienda. Comenzaba ahora un uno contra uno, uno de tantos que estos jugadores ya habían
jugado en sus respectivas carreras, pero éste era especial: probablemente sería el último Magic versus Jordan de la historia.
Tres meses antes, Magic Johnson se abría al mundo para comunicar que era portador del
VIH, el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH). La temporada aún no había
comenzado y, antes de conocer este hecho, Magic
estaba a punto de firmar un contrato que le consagraría definitiva y económicamente en su
estatus de estrella de franquicia y de la NBA. Magic, con su estilo de juego generoso y atractivo, sumado a su carácter amable y extrovertido,
había hecho durante la última década las delicias de los aficionados al baloncesto liderando a los míticos Lakers del Showtime. Sin embargo, un
diagnóstico médico convertiría la vida de Earvin Johnson en un thriller con final confuso. El 32 de los Lakers, conocido
por su sonrisa dentro y fuera de pista, y con cinco anillos de campeón, se veía obligado a renunciar a lo que más amaba.
A inicios de los 90, existía
un gran desconocimiento de esta enfermedad. Que te la diagnosticaran podía considerarse una
cuasi condena a muerte. Aparecidos los primeros casos en 1981, esta enfermedad
era relacionada directamente con los “homosexuales, hemofílicos, drogatas y
negros”. Que una persona del nivel, estatus y fama de Magic la tuviera y, más importante, la reconociera en público,
implicaba algo que la sociedad norteamericana, en un primer momento, no podía
asumir: que esta enfermedad no
distinguía de clases, podía azotar a cualquiera.
Las reacciones a esta noticia no se hicieron de
esperar: multitud de críticas tachaban a Magic de pervertido, drogadicto y gay. Hasta algunos compañeros de gremio, como se verá, lo rechazaron, incluido su amigo Isiah Thomas, quien supuestamente a escondidas criticó y rechazó a Magic. [1]
Pero la temporada NBA siguió su curso, y para las votaciones
del Partido de las Estrellas, el base, que no fue dado de baja y que permaneció en la lista de lesionados
del equipo angelino, fue el cuarto
jugador más votado por el Oeste. Idolatrado por la afición, Earvin Johnson había
seguido entrenándose, en su particular bajada a los infiernos dantescos, con Pat Riley, entrenador de los New York Knicks. La comisión de la NBA, tras una
investigación sobre las consecuencias que podía tener la inclusión de Magic en el partido, acabaría permitiendo su participación, a
pesar de las reticencias de algunos jugadores a codearse en una cancha con
alguien que les podía transmitir el mortífero virus por sudor, idea muy
difundida por esa época.
Pero volvamos al punto en el que nos habíamos quedado. El público sigue en pie y aplaudiendo, al igual que los banquillos. Los propios jueces de mesa parecen hechizados por la magia del momento y también comienzan a aplaudir. 45 segundos para
el final del partido. Jordan bota con su izquierda y enfrente tiene a Magic, en posición defensiva; de repente
penetra y antes de llegar a la bombilla lanza en suspensión recibiendo el
aliento de Johnson, su presumible, y así lo han estado diciendo los
comentaristas a lo largo del partido, último aliento defensivo en un partido de la NBA. Jordan
fallará y el público celebrará el fallo. Clyde Drexler cogerá el rebote para, inmediatamente, ceder el balón a
Magic, quien, con su mítica sonrisa, se dirige al campo contrario. Magic
pasa el balón para volver a recibirlo. Ramón Trecet, mientras tanto, comenta en
la retransmisión española este ataque como “un
momento para recordar”. Son los últimos momentos de Magic, quien será marcado por Thomas. Quedan 8 segundos de posesión y 20 para que finalice el partido. Magic se desliza de espaldas hasta la línea de triple, con el jugador de los
Pistons delante hasta que, en un efímero pestañeo y a falta de 4 segundos, lanza y encesta de tres en una canasta que se antojaba imposible. El público enloquece con Magic; Magic, consigo mismo. Tanto sus compañeros y rivales le felicitan, todo el pabellón estalla en un éxtasis de alegría. Hasta Isiah Thomas lo abraza.
“Magic
eres un jugador valiente. Este momento es tuyo. Enhorabuena.” Estas fueron las palabras de David Stern, el
comisionado del NBA, finalizándolas con un abrazo, mostrando al público
que no se debía temer al VIH, pero este discurso no llegó a cuajar.
Tras una breve vuelta en la temporada 1995-96, en la que, paradójicamente, jugó 32 partidos -incluido uno contra los Bulls de Jordan-,
la sonrisa de la NBA dejaría
definitivamente las canchas. Convertido
en un símbolo de la concienciación de esta enfermedad, Magic, un jugador único e inigualable, cambiaría ahora su espectáculo en las pistas por los coloquios y las conferencias, donde muestra su experiencia con la enfermedad y aconseja a jóvenes y mayores, demostrando que se puede vivir con el virus. Por si esto fuera poco, es un empresario con cierto éxito y también ayuda con la financiación de la investigación de esta y otras enfermedades, además de seguir jugando, sin descanso, su partido más importante desde hace más de 20 años.
Posdata:
aquí os dejo el documental The Announcement -en español, Magic Johnson da la cara- que cuenta, por el propio Magic y con otros protagonistas, su historia en la NBA y se centra en las consecuencias de su enfermedad.
aquí os dejo el documental The Announcement -en español, Magic Johnson da la cara- que cuenta, por el propio Magic y con otros protagonistas, su historia en la NBA y se centra en las consecuencias de su enfermedad.
[1] Sobre la relación de Magic y Thomas existen diferentes versiones. En el libro When the Game was Ours, que cuenta la historia de Bird y Magic, se afirma que Thomas discriminó a Magic por considerarlo y llamarlo homosexual. Sin embargo, esto fue rechazado por el propio Thomas. En este mismo libro se dice que el propio Magic participó en el boicot hacia Thomas para su no inclusión en el equipo nacional. Sin embargo, el propio Thomas dice que el fue la llave, como Presidente de la Asociación de Jugadores, para que Magic jugara en el All Star del 1992, y que siempre lo apoyó. Sea como fuere, hoy en día sus diferencias se han apartado y mantienen cierta amistad.
Samuel Pérez Miras
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