martes, 17 de marzo de 2015

     En Conecta con la Historia adoramos las efemérides y los "días especiales" como si de oro se tratasen. Ya hablamos del Día de la Marmota, y hoy toca hablar de la Historia del día de San Patricio, patrón de Irlanda… ¡y de Murcia! Al final del post os dejamos un enlace en el que se explican los motivos por los que este personaje es el patrón de Murcia, pero ahora vamos a ver de dónde viene esa manía irlandesa tan extendida –y, por qué no decirlo, placentera– de beber hoy más cerveza de la normal. Y es que Irlanda – y el resto de mundo– también tiene derecho a su particular Bando de la Huerta, de manera que buscad algún atuendo verde, pedid una pinta y a leer.

     En el último tercio del siglo IV d.C., sin que se pueda decir una fecha exacta, porque las fuentes son casi nulas, nacía Patricio, hijo de Calpurnius, un decurión romano, cristiano –recordemos que el cristianismo no fue la religión oficial hasta el 380 d.C., año del Edicto de Tesalónica–, asentado en Britania, provincia romana. Calpurnius era, a su vez, hijo de un sacerdote. Vemos, por tanto, -y siempre según las fuentes- como la familia de Patricio ya tenía en su interior cierto apego a la religión. El lugar concreto del nacimiento del bebé Patricio tampoco se sabe, pero ha dado lugar a un intenso debate historiográfico. Lo más probable es que fuese  Taberniae, un vicus, que era una especie de asentamiento de pequeño tamaño, administrativamente dependiente de una ciudad superior a través de la adtributio[1]. Esta población se hallaba, con toda seguridad, en la isla de Bretaña, probablemente junto al mar o algún río por algunas descripciones de san Patricio, pero la localización exacta ha sido imposible de conocerse.

     Lo importante, y lo que hay que tener en cuenta, es que el joven Patricio tuvo una vida ya turbulenta en sus inicios. A los 16 años fue raptado por piratas escotos, siendo llevado a tierras irlandesas. Patricio, que en sus años jóvenes, por lo que él mismo dice, tuvo que ser todo un vivaracho y pícaro, vio crecer durante su cautiverio como esclavo la fe cristiana en sus adentros. Siendo esclavo –si en la cronología y el lugar de nacimiento las fuentes eran ambiguas e inconclusas, para esto ya ni os cuento–, aprendió irlandés y hasta tenía el tiempo suficiente para rezar cien veces de día y, en ocasiones, otras cien por la noche.  

     Sea como fuere, a los seis años tuvo el típico sueño plácido en el que escuchó que un barco le esperaba para su huida. Un barco, por cierto, a más de 320 kilómetros. Pero Patricio, que huyó de su amo sin dejarle ni una mísera nota, se recorrió la distancia y, hastiado y cansado, debió sentirse cuanto menos decepcionado al ver que le había tocado un barco de bárbaros paganos. Desde ese momento, Patricio recorrería buena parte de la geografía británica e incluso tierras francesas, teniendo incluso la mala suerte de volver a ser capturado, aunque esta vez fueron solo dos meses.

     La vida de San Patricio se torna nublada a partir de ahora. Volverá con su familia a Britania, pero de nuevo sentirá la voz divina en sus sueños para que vaya a Irlanda a propagar la palabra de Dios. Dicho y hecho, allá fue Patricio, considerándose a sí mismo obispo, consiguiendo la ardua tarea de evangelizar Irlanda, a pesar de la acentuada tradición pagana que impregnaba ese territorio, lo que le llevó incluso a ganarse la enemistad de los druidas.

     Pero san Patricio acabó ganándoles la partida. Obtuvo gran poder allí, construyendo iglesias, bautizando a miles de personas, incluso a familias de prestigio local, y formando comunidades cristianas. Patricio siempre utilizó un estilo evangelizador asequible y práctico, abierto a todos, que ya lo quisieran en el actual Máster de Educación. ¿Qué la lección de la Santísima Trinidad era compleja para sus oyentes? Pues Patricio cogía una hoja de trébol y explicaba que, de igual manera que las tres hojas formaban una única y gran hoja, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo dan lugar a un verdadero Dios. Este trébol, al igual que San Patricio, pasarían a ser símbolos de Irlanda. San Patricio no era el Boss, pero lo cierto es que poco le faltaba.
     Así, en algo más de treinta años había evangelizado a casi toda Irlanda. Para 461, el anciano Patricio fallecía. Atrás quedaba una larga de vida de kilómetros recorridos por dar a conocer la fe cristiana a los habitantes de Irlanda.

     Siglos después, San Patricio pasaría a ser considerado patrón de Irlanda y, aunque al principio la fecha de su muerte era una simple festividad religiosa, en 1903 ya se transformó en una fiesta de carácter público. Y como sabemos que a nuestros amigos europeos del norte les gusta ponerse rojos de bebida, pues pronto devino en un desfile y festival del júbilo y la alegría, llegando a extenderse por todo el mundo, siendo hoy una de las fiestas más populares del año.

     Así que hoy, cuando le peguéis el primer trago a la cerveza, dad gracias a San Patricio por daros una excusa histórica para beber. Con moderación, por supuesto.

     Posdata: Aquí os dejamos lo prometido sobre San Patricio y Murcia. ¡Sería interesante para un post, lo sabemos!


     BIBLIOGRAFÍA

     BURY, J., The Life of St. Patrick and His Place in History. Londres: Mcmillan, 1905.

     PATRICIO: Confesión.




[1] Definición obtenida en MORENO MARTÍN, F., "Ocupación territorial hispano-romana. Los Vid: poblaciones rurales", Espacio, Tiempo y Forma. Serie II, Historia Antigua, 1997, 295-306. 


Samuel Pérez Miras

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