domingo, 5 de abril de 2015

Hoy vamos a preguntarnos, ¿existió Jesús de Nazaret?, y de ser así, ¿qué pruebas históricas tenemos de ello?






Prácticamente todos los investigadores responden afirmativamente a esa duda, ya que la mayoría de pruebas o argumentos utilizados parecen inclinar la balanza en ese sentido, especialmente a la hora de explicar el nacimiento del cristianismo, y todo lo que de él derivará, a través de la figura fundadora de Jesús. Lo contrario, históricamente hablando, sería mucho más complejo si no se tiene en cuenta la previa existencia del personaje.


La vida de Jesús es llamativa por el misterio que la rodea. El aura de misterio que atrae. Pero realmente lo que ocurre es que todo lo relativo a la vida pública de Jesús, que acaba en la cruz, se mezcla con el mundo teológico del Cristo celestial. Es necesario separar al Jesús de la Iglesia del Jesús histórico. No fue el único rabino y maestro de la ley, sanador y exorcista, ya que existieron muchos otros, siendo una práctica muy usual en el momento. Jesús era uno más de unas 11 o 12 personas que se creían el mesías en un espacio de menos de 70 años, pero dentro del pueblo había un ambiente apocalíptico (esto significa la búsqueda de la revelación del Final). Esto es más sencillo de comprender si tenemos en cuenta que era un país aplastado por diversas potencias, especialmente Roma. Para el pueblo judío Dios debía de mostrarse y arreglar esto a través de doce legiones de ángeles que van a dar batalla a los romanos y devolver el reino al pueblo. Los esenios poseían un papiro de la guerra donde describen cómo iba a ser la futura guerra contra los romanos. En ese momento empezaba a haber signos de que eso va a ocurrir. En ese contexto hay que encuadrar a Jesús y su época.


FUENTES HISTÓRICAS




En cuanto a las pruebas, es cierto que fuentes verosímiles, esto es, alejadas del planteamiento religioso en su totalidad, no encontramos prácticamente ninguna. En realidad, se pueden resumir en dos:


  • Tácito, Anales 15,44,3 (hacia el 115 d.C.) que afirma: “Para cortar los rumores (de que él había incendiado Roma), Nerón señaló como culpables, y castigó con la mayor crueldad, a una clase de hombres aborrecidos por sus vicios a los que la turba llamaba cristianos. La perniciosa superstición fue contenida durante algún tiempo, pero volvió a brotar de nuevo, no sólo en Judea, patria de aquel mal, sino en la misma capital (Roma), donde todo lo horrible y vergonzoso que hay en el mundo se junta y está de moda”.


  • Flavio Josefo, Antigüedades de los judíos 20,20, menciona el asesinato de Santiago, “hermano de Jesús llamado Cristo”. En Antigüedades 18,63, se halla el llamado “Testimonium Flavianum” sobre la existencia y valoración de la persona de Jesús. Eliminando las interpolaciones de los escribas cristianos, Josefo afirmaría: “Por este tiempo (el de Poncio Pilato: 26-36 d.C.) vivió Jesús, un hombre sabio; realizó hechos sorprendentes. Atrajo a su causa a muchos judíos y griegos. Pilato, después de haber oído que la acusación de los hombres de más elevada posición entre nosotros, lo condenó a ser crucificado. La secta de los cristianos, así llamados después de él, no ha desaparecido hasta hoy”.


Son textos muy discutidos, especialmente el último, que es acusado de haber sido reescrito en varias ocasiones por copistas cristianos a lo largo de la Historia y que hacen que el trasfondo real del texto, el original, quede muy dilapidado por las posteriores interpretaciones y reescritos. Sin embargo, en esas breves fuentes se encuentra, a día de hoy, la prueba de un poso real que es el que los historiadores tratan de investigar.


INVESTIGADORES


Antonio Piñero es uno de los principales expertos en el estudio del Jesús histórico a través de las fuentes. Por otro lado, es catedrático de Filología Griega de la Universidad Complutense de Madrid, especializado en lengua y literatura del cristianismo primitivo.


Es indispensable destacar el contexto y el espacio en el que se desarrolla la vida de Jesús. Para que podamos hacernos una idea, Piñero lo compara con la llegada a los medios de Pablo Iglesias: un recién llegado que quiere ser el rey del nuevo reino y así se lo hace saber a Poncio Pilato y al resto de gobernantes, romanos y judíos. Era un agitador social para ellos. Un agitador de masas. No se puede comprender sólo en la faceta religiosa porque no sería comprensible, más en un contexto donde política y religión iban totalmente unidas.


Pero, teniendo en cuenta esto, ¿quién era entonces Jesús?: “Jesús es un artesano de la clase media-baja de Galilea, maestro de la ley, exorcista, sanador, proclamador de la venida del Reino de Dios, profeta y, al final de su vida, probablemente se proclamó Mesías. Es un maestro de la ley fracasado porque no consiguió convencer de su mensaje a sus contemporáneos, ni en Galilea ni en Jerusalén. No quiere romper con el Judaísmo. Se desvía como lo hicieron los antiguos profetas de la sociedad de la época, porque Jesús era un elemento supercrítico con su sociedad. Pero no se desvía ni en lo religioso ni siquiera en lo político del pueblo judío, que aspiraba a que los romanos fueran derrotados por las legiones de ángeles encabezadas por Dios. Ellos sabían que estaban en inferioridad militar, pero esperaban que, si alguien iniciaba la lucha contra los romanos, Dios les apoyaría.”


La figura de Jesús es probable que hubiera pasado desapercibida como la de otros tantos rabinos, contemporáneos de Jesús, que sin embargo no eran apocalípticos y pertenecían al judaísmo ortodoxo. Por ello no suponían ningún problema real.


INFLUENCIA EGIPCIA Y GRIEGA



En el mundo griego, cuando querían saber algo decían, vayámonos a Egipto. Igualmente Egipto ejerció una influencia fundamental en la teología del hijo de Dios: el Rey, el sumo sacerdote y el profeta. Cuando se expande el cristianismo en el Egipto, estos solo tuvieron que cambiar la imagen del Faraón, que era la encarnación de Horus, el hijo de Isis y Osiris, por la de Jesús, que era el hijo de María (Isis) y Dios (Osiris), haciendo que el cristianismo entrase rápidamente en Egipto.


Antonio Piñero se dedica, especialmente en alguno de sus libros, a tratar de averiguar la realidad histórica que hay detrás de mitos como la relación de Jesús con las mujeres por pasajes como: “Había muchas mujeres que desde Galilea seguía a Jesús y le ayudaban con sus dineros. Entre ellas estaba María Magdalena, de la que Jesús había expulsado siete demonios…” Piñero concluye que, simplemente, Magdalena era una más entre un montón de mujeres que, además, se encontraba enferma y, por tanto, poseida por un demonio.


Por otro lado, el hecho de que no tuviera ningún descendiente, a diferencia de sus apóstoles, no ha hecho más que acrecentar el misticismo alrededor de su persona. Sobre este hecho Antonio Piñero se pregunta: “¿qué les hubiera importado a los evangelistas, que hablan con toda tranquilidad de los hermanos de Jesús y las esposas de algunos apóstoles, mencionar el asunto si fuera cierto? Hubiera sido más fácil para el relato decir que, como Pedro que había dejado todo por el Reino de Dios, Jesús había dejado su familia para predicar. Como historiador no puede asegurar cuál era su condición civil, pero puedo exponer que en su vida pública nunca fue acompañado de una fémina. El profeta Jeremías, el ídolo de los reformistas, era soltero, y los esenios, tenidos por hombres muy piadosos, la mayoría eran solteros. Es algo que se dice por total desconocimiento del Israel del siglo I.”

Otro aspecto muy interesante es la relación entre Juan Bautista y Jesús. Se han hecho diversas teorías que van desde el parentesco de ambos, la relación maestro-alumno a la rivalidad. Piñero, afirma que “aunque el Evangelio de Lucas lo indica claramente, no podemos demostrar que Juan Bautista fuera familiar de Jesús desde un punto de vista histórico, posiblemente es un añadido teológico. Él pudo pensar que era hijo de Dios en un sentido judío, como un profeta intensamente relacionado con Dios.” Sin embargo, respecto a la supuesta rivalidad opina que “hubo enfrentamiento entre los discípulos de ambos grupos. Hay un famoso pasaje en el Nuevo Testamento en el que, estando ya en prisión, Juan Bautista oye hablar de que Jesús está bautizando y atrayendo a mucha gente, y envía a sus discípulos a preguntarle si él es en realidad el Mesías. El pasaje demuestra que Juan Bautista no había sopesado hasta entonces que pudiera ser un hijo de Dios físico, como lo es Heracles en la cultura griega.”


Pero lo más sorprende es todo lo que ocurriría después tras la muerte del Bautista y el “cambio” que toma la figura de Jesús que se precipitaría hasta los pasajes relatados en la Pasión: “Jesús se lanza a predicar de una forma autónoma después de la muerte de El Bautista. De alguna manera recibió la antorcha de su mentor (o maestro) Juan Bautista, solo hay que observar que el marco mental de sus discursos es el mismo. No obstante, la familia de Jesús pensó originalmente que estaba enajenado, el Evangelio de San Marcos en concreto lo describe como «fuera de sí» (de la misma raíz que da en castellano «éxtasis»). Los familiares no creían en Jesús, pero era algo natural porque probablemente tuvo que abandonar un negocio que era próspero.”


SOBRE ESTA PIEDRA EDIFICARÉ MI IGLESIA



El papel de la Iglesia ha deformado prácticamente en su totalidad tanto la enseñanza como la figura del Jesús real. Sin tener en cuenta la fe, es indudable que la figura de Pablo de Tarso, modelo interpretativo que ha utilizado la Iglesia desde sus orígenes, ha influido en la visión tanto de su vida como de sus ideales, dándonos a día de hoy una versión mucho más humanista y universal de los preceptos religiosos que promulgaba, pero totalmente alejados de la realidad y el contexto originales.


La Iglesia también rechazó los diversos textos apócrifos ya que eran muy posteriores a los apóstoles y discípulos de Jesús, no entraban en consonancia con la fe general y no eran leídos por los principales cristianos de los siglos I y posterior en las reuniones litúrgicas.


¿MILAGROS?



Los milagros son hechos que indudablemente se encuentran en la fe de cada persona, pero eso es algo que un historiador no puede tener en cuenta en su ejercicio de investigación. Según Antonio Piñero, no todos los milagros, que indudablemente tienen un espacio muy importante en la biografía de Jesús, fueron simplemente fruto de una leyenda o un mito, y es que este asegura que “hasta sus adversarios reconocen que practicaba sanaciones y exorcismos, sólo que lo atribuían a magia o a un pacto con el Diablo. Por tanto en casos variados curó enfermedades relacionadas por las gentes con el poder demoníaco. Pienso que Jesús era en verdad un auténtico sanador, sea cual fuere la causa de cada sanación concreta.”.


Para entender esto hay que tener en cuenta que en el contexto del siglo I, al igual que la política era inseparable de la religión, las enfermedades lo eran de los demonios. Por lo mismo Jesús fue mencionado por muchos de sus contemporáneos como un ser que realizaba actos propios de endemoniados o magos: “los escribas que habían bajado de Jerusalén decían: «Está poseído por Beelzebul» y «por el príncipe de los demonios expulsa los demonios” (Mc 3,22 Lc 11,14-23).


Para Piñero, el hecho de que Jesús pudiese obrar milagros, es decir, fuese un exorcista reconocido, y de que así haya pasado a la posteridad tanto por la Iglesia primitiva como por la Biblia como elemento propagandístico del personaje se debe a que tiene que existir una base real de que así haya sido, de otro modo no se comprende que tales actividades hayan llegado hasta nosotros. Incluso, el hecho de que sea exorcista no es sólo interpretado así por Piñero, sino también por la gran mayoría de investigadores del cristianismo primitivo que entienden como un hecho normal el que un personaje usara su carisma y fe para curar ciertas enfermedades tal y como ocurre hoy en día con muchos curanderos y tal y como ocurría entonces con otros contemporáneos de Jesús donde la actividad exorcista no era un hecho insólito.


Por otro lado, milagros más “sensacionalistas” como la multiplicación del pan, caminar sobre las aguas o la resurrección de los muertos es otra historia ya que esto pertenece al mundo de lo sobrenatural en el que un historiador no debe de entrar por la sencilla razón de que no existen pruebas constatables de ello y no es algo susceptible de ser experimentado. Piñero realiza un análisis muy clarificador de tres de los milagros más importantes con la intención de que entendamos que es lo que realmente quiso transmitirnos el evangelista y la primitiva teología cristiana:


A. El milagro de la “maldición de la higuera” parece no ser más que una historia simbólica unida por el evangelista al episodio de la llamada “purificación del Templo” para indicar que lo que Jesús quiso significar con esta acción era advertir de que Dios aniquilaría el templo presente y de que, en tiempos del Reino mesiánico, cuando estuviere instituido en la tierra de Israel, ese santuario sería sustituido por otro en cuya construcción intervendría Dios mismo. Ahora bien, es improbable la historicidad en sí del prodigio, pues se trata de un milagro “punitivo”, de castigo, que choca frontalmente con el resto de la tradición de Jesús y que parece inspirado en historias del Antiguo Testamento.

B. El análisis crítico de “La pesca milagrosa”, tras la cual Jesús promete a Pedro que “será pescador de hombres”, indica que este portento parece ser la transposición a la vida de Jesús por parte de Lucas, o de su traición, de una aparición de Jesús después de su resurrección. De hecho basta una comparación con el capítulo 21 del Evangelio de Juan donde, tras la misma pesca milagrosa, el Jesús resucitado perdona a Pedro su traición triple y le promete que será el primero entre sus apóstoles, el que apacentará sus ovejas para quedar convencido de la plausibilidad de esta interpretación. Se trata, pues, muy probablemente de un caso de transposición de un relato de apariciones con nulos visos de historicidad.

C. El “caminar sobre las aguas” y la “tempestad calmada” no parecen remontarse a ningún hecho de la vida del Jesús histórico. Por varias razones.

      1. Por los criterios de discontinuidad y de coherencia. Estos “milagros” no muestra continuidad ninguna con la vida y el estilo de Jesús ni son coherentes con su modo de actuar. Jesús nunca, menos aquí, hace milagros de exhibición, sino de ayuda, o manifestación de lo que va a ser el reino de Dios, ya por decisión propia o movido por la compasión.

         2. Los elementos de una manifestación divina y las alusiones al Antiguo Testamento, que parecen servirle de fuente, se muestran por doquier en el relato: se trata de dos impresionantes teofanías, como otras del Antiguo Testamento, en las que Yahvé domina y vence la violencia de las aguas, que son el símbolo del caos y del mal. Al aplicarlas también a Jesús se quiere indicar con ello que su condición era divina.


LA PASIÓN DE CRISTO




¿Murió Jesús en la cruz?, ¿consiguió escapar y tuvo una familia? Muchas de estas preguntas son a día de hoy lanzadas en multitud de libros, artículos e incluso cristianos. A grosso modo, se puede comparar con aquellos que se preguntan si Hitler o Elvis siguen vivos a día de hoy en una cabaña de madera, perdidos en un campo, reflexionando en la última etapa de su vida.


Para el profesor Piñero, no hay duda de que la crucifixión ocurrió históricamente y de que tuvo que suponer un gran shock para los seguidores del rabino al plantear numerosos problemas teológicos, pero un hecho que para los judíos supuso el fracaso de los objetivos mesiánicos de Jesús y para sus seguidores un hecho que no había manera de obviar y del que había que dar cuenta, “la teología judeocristiana postpascual, sobre todo la paulina, se esforzó y se centró en dar un sentido a este hecho en apariencia inexplicable; y lo hizo según el esquema típico del sacrificio expiatorio (víctima = Jesús) y de acuerdo con una misteriosa voluntad divina previa que exigía tal sacrificio. Parece, pues, imposible un invento puro de la crucifixión de Jesús por parte de la tradición cristiana.”


Por supuesto, esto tampoco quiere decir que el profesor entienda que todo lo relatado en los evangelios es cierto, ya que resulta obvio que es objeto de múltiples adornos y embellecimiento teológico que además sigue un esquema muy propio de la retórica clásica conocido como “quiasmo”:


A (19, 16b-18: introducción): Entrega a los soldados y crucifixión
B (19, 19-22): Título de la cruz
C (19, 23-24): reparto de las vestiduras
D (19, 25-27): Jesús al discípulo amado: “Ahí tienes a tu madre”
C’ (19, 28-30): Dan vinagre a Jesús para beber
B’ (19, 31-37): Lanzada en el costado de Jesús
A’ (19, 38-42): Descendimiento


Existen múltiples detalles que hacen dudar de su historicidad como detalles que son mismamente históricos como el titulus crucis, y es que “la tablilla fijada a la cruz que indica la causa de la crucifixión (“Rey de los judíos”), tiene los mayores visos de ser auténtico. Pilato la mandó poner probablemente para escarmiento de otros personajes presuntamente rebeldes al Imperio, quienes podían sufrir la misma suerte de “muerte agravada”. El inquieto pueblo judío debía saber que los delitos de “lesa majestad” –es decir, contra la constitución del Imperio o contra el poder y la figura del Emperador, consignados en la llamada Lex Julia lesae maiestatis (literalmente: “Ley Julia acerca de la majestad ofendida”), promulgada en tiempos de Augusto-- no iban a quedar impunes.” Aunque cabe remarcar que el Evangelio de Juan teatraliza incluso este hecho, es indudable que los evangelios coinciden en que Jesús se haya en la cruz debido al cargo de haberse proclamado “rey de los judíos”.  


Finalmente añade Piñero que, dado que la crucifixión no era precisamente un hecho cotidiano, se habría emitido un informe, siguiendo el protocolo usual, en el que el propio Pilato informa al Emperador de lo sucedido: “ello podría explicar el texto de Tácito en sus Anales XV 44,3: “Este nombre [de cristianos] viene de Cristo, que fue ejecutado bajo Tiberio por el gobernador Poncio Pilato”. A esto añade José Montserrat, en el libro “¿Quién mató a Jesús?” que reseñamos hace pocos días, que en el manuscrito (único, por desgracia) de los Anales de Tácito, se escribía chrestiani, no christiani. Nuestro ilustre colega sostiene que el hecho de la mención de la crucifixión de Jesús por obra de Poncio Pilato (¡sin mencionar a los judíos!) se debió a un afán “filológico” de precisión por parte de Tácito: el vulgo romano confundía el nombre con el que se designaba a los supuestos causantes del incendio de Roma como chrestiani y no christiani. Y él, Tácito, puso la forma correcta (chri-) y de paso afirmó que quien lo mató fue Poncio Pilato. Por tanto, el texto de Tácito no es una glosa de un escriba cristiano y sí una enorme prueba de que al principio del siglo II se sabía perfectamente en Roma –si se consultaban los archivos imperiales-- que Jesús había muerto por orden del Procurador.” Informe que, por desgracia, no se ha encontrado ni una copia hasta día de hoy.


En definitiva, aquí tienes un resumen muy breve de los hechos en los que se apoya la existencia histórica de Jesús, que elementos son susceptibles de ser verosímiles y que otros no se sostienen en un estudio serio. Si quieres saber más, no puedo dejar de recomendar tanto la web de Antonio Piñero, como alguna de sus obras entre las que te emplazo a su última novela, realizada en conjunto con José Luis Corral, en la que nos presentan tanto el contexto histórico como una aproximación del que pudo ser el Jesús histórico.










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2 comentarios:

  1. Con todo lo que han mostrado ¿se atreven a decir que si ha existido?.Mas allá de la trascendencia del Dr. Piñero, quien esta dentro del grupo de los que afirman que Jesús ha existido no se puede aceptar como prueba lo que acá se ha mostrado, ni los argumentos que normalmente aduce el Dr Piñero. Levanta suspicacias.

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    1. No he leido la explicación. Me cansa..., pero por lo que ya se. Me gusta tu comentario -Anonimo-

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