Uno de los mitos más extendidos acerca del conocimiento de la Historia ha sido tratar esta como una ventana que sirviese, no sólo para mirar el pasado desde nuestro presente con el objetivo de hallar causas a nuestras consecuencias, sino también tratar de observar el futuro cercano para observar consecuencias nacidas en las causas de nuestro presente. No estamos hablando aquí de personajes como Nostradamus o del oráculo de Delfos; hablamos de la disciplina histórica como instrumento de predicción.
Como suele ocurrir con este tipo de conjeturas el conocido género de la ciencia ficción ya se adelantó hace unos años, a través de la llamada historia-ficción, indagando en este argumento. Es el caso de una de las obras más famosas de Isaac Asimov: La Fundación. Esta serie de libros, escrita en diferentes períodos entre 1942 y 1992, trata de mostrarnos una especie de historia del futuro, según palabras del propio Asimov. Lo más interesante del relato, el núcleo argumental, es la ciencia ficticia que utilizan como medio, la psicohistoria, para tratar de evitar la futura “edad sombría” que le espera a la humanidad con el objetivo de que esta dure lo menos posible. La cuestión es, ¿cómo consigue la psicohistoria analizar el futuro?, la respuesta es menos sorprendente de lo que podría parecer ya que hoy en día se utilizan métodos muy similares, especialmente en economía, para tratar de estudiar el mercado y las futuras repercusiones de este. En el caso de esta disciplina ficticia, es una combinación de historia, psicología y estadística matemática, que, aplicado a grandes civilizaciones en su conjunto, permitiría aventurar de manera bastante precisa el comportamiento de estas a través de términos probabilísticos. Hay que matizar que únicamente funciona con grandes grupos y no así en individuos tal y como su principal teórico, Hari Seldon, estableció en dos reglas básicas:
1. La población en la cual el comportamiento fuera a ser modelado debía ser suficientemente grande (±75 billones).
2. La población debía permanecer ignorante de la aplicación de los análisis psicohistóricos.
El objetivo de Seldon era iniciar una nueva sociedad tras la lenta muerte del Imperio Galáctico en un plazo de mil años tras superar diferentes crisis que, de no ser atajadas, llevarían a la humanidad a una situación de caos y anarquía que duraría milenios antes de que la sociedad pudiera volver a organizarse.
Todo esto está muy bien ya que se trata de ficción pero, ¿se ha intentado algún estudio similar en la realidad?, y la realidad, que siempre supera a la ficción, es afirmativa.
Arnold J. Toynbee (1889-1975), un historiador británico especializado en la rama filosófica de la historia escribió una de las obras que, personalmente, más me impresionó cuando comencé a estudiar nuestro pasado: Estudio de la Historia.
La vida de Toynbee estuvo marcada desde la 1º Guerra Mundial por su intervención en el mundo de las relaciones internacionales, algo que se convertiría en el poso central de toda su obra posterior. Cuenta el propio Toynbee que el génesis de su obra se gestó en 1922 el día que, siendo corresponsal de prensa en Oriente, observó un grupo de tropas campesinas búlgaras que le hizo caer en la cuenta de que estos usaban exactamente el mismo ropaje e instrumental que los descritos por Heródoto en la descripción de los ejércitos persas de Jerjes. Esa idea hizo encender una chispa en su interior, una que le llevaría a una nueva idea: ¿y si hubiese un hilo conductor que moviese la historia?, ¿qué motiva que ciertas modas, ritos, ideas y costumbres permanezcan del mismo modo en civilizaciones completamente diferentes? Estos se convertirían en los pilares básicos de su futura construcción histórica a través de la investigación del tiempo en las sociedades y no de las sociedades a través del tiempo tratando a su vez de romper con ese carácter lineal de la Historia demostrando que no toda esta es progreso.
“La civilización es un movimiento y no una condición, un viaje y no un puerto”. En esta obra establece una teoría general sobre el desarrollo cíclico de las civilizaciones a lo largo su historia en la que busca puntos en común sobre su nacimiento, desarrollo y caída estableciendo que es lo que propicia cada una de las fases aunque sin acabar en un postulado pesimista o determinista. Estas pueden acabar salvándose. Sin ánimo de profundizar demasiado en la obra, sí me gustaría aclarar que es lo que hace que cualquier civilización prospere o acabe en los libros de Historia. Según Toynbee, toda civilización es resultado de la respuesta creativa que un grupo humano sea capaz de dar ante diversos desafíos de distinta índole. Si es capaz, no sólo de superar el desafío sino también de estimular la aparición de nuevos retos y superar a su vez estos, la civilización progresará. En cambio, si no es capaz de aportar respuestas creativas a los diferentes desafíos y únicamente intenta solucionar viejos problemas con viejas soluciones, decaerá progresivamente hasta desaparecer.
Por supuesto, esto se trata únicamente de un resumen en pocas palabras de una teoría que consta nada más y nada menos que de doce tomos dedicados a cada una de las fases y subfases vitales de una civilización cuyos grandes rasgos son:
- La génesis de las civilizaciones que nacen por una razón determinada o abortan al poco de nacer por no poder hacer frente a un fuerte problema.
- El crecimiento, que puede estancarse si debido a los problemas que surgen, los creadores anteriores, culpables del estado problemático, no es retirado por una minoría creativa que ofrece una solución nueva al viejo problema. A nivel paralelo, cuando más crece una civilización más rasgos trascendentales y espirituales aparecen ligados. Todo esto hará una sociedad más compleja y diversa.
- El colapso de las civilizaciones ocurre cuando ninguna minoría creativa es capaz de dar con la solución al desafío o desafíos que se les plantea y, por lo tanto, entra en un proceso de decadencia. No se trata de un proceso uniforme, puede ser a nivel pasivo (cuando se idolatra una institución que ha sido clave para solucionar problemas anteriores pero que es incapaz de solucionar los nuevos) o activo (cuando se olvidan las soluciones racionales llevando a situaciones como el militarismo de la civilización).
- La desintegración lleva a la sociedad a convertirse en más simple, uniforme y, por tanto, automatizada, produciendo cismas sociales como la existencia de una minoría dominante, a través de medios policiales o militares, que hace que las masas se lleven por la corriente o entren en una espiral de lucha destructiva. “Una nación permanece fuerte mientras se preocupa de sus problemas reales, y comienza su decadencia cuando puede ocuparse de los detalles accesorios.”
Podríamos seguir tratando otros puntos, como la relación entre civilizaciones, las distintas subfases que pueden darse en los cuatro puntos antes citados o la aparición de edades heroicas en su fase de desintegración pero creo que a grandes rasgos se puede llegar a una imagen general sobre la teoría total de Toynbee.
Como toda teoría global que intente aglomerar algo tan etéreo como pueden ser las civilizaciones es susceptible de muchas críticas, en especial a la faceta espiritual y al cristianismo en particular como elemento superior de unión, pero, si bien es cierto, también hay que recalcar que ha servido de motivación para muchos historiadores gracias a la profundidad de sus originales ideas y del intento de sistematización de algo tan complejo y abstracto como las civilizaciones.
“Clemenceau dijo en Versalles, al recibir el documento de rendición por parte de Alemania: «Bueno, esto es el final». El historiador Arthur J. Toynbee, presente en la sala, masculló en voz baja: «No, esto es sólo el principio».”
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Ahora bien, aplicando esta teoría y conceptos a un nivel más cercano como puede ser España, un país azotado por una crisis a múltiples niveles desde 2008, que no ha hecho más que incrementarse con el paso de los años, ¿en qué fase piensas que nos encontramos? e incluso yendo un paso más allá, aplicando igualmente estas teorías, hagamos un ejercicio de historia-ficción como si fuéramos psicohistoriadores y aventuremonos, ¿cuál crees que será el estado del país en unos, digamos, diez años?
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